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Nueva guerra neurototalitaria y semiocapitalismo

Un locutor de Radio Clásica de España anuncia un concierto físico en el primer paso de lo que es (lo dice un tanto atropellado, como resistiéndose a la pronunciación de las palabras) la “nueva normalidad”. “Por fin lo puedo decir”, se disculpa con su auditorio. Se sorprende con pesar por haberlo logrado.

Estamos ante una nueva noción, ya adoptada como slogan. Como consigna. Como rótulo de una gran tienda gostkitchen, como ya le llaman en Estados Unidos a la floreciente industria de las compras de comida a domicilio. La Nueva Normalidad es una ghostword, palabra fantasma.

              Slavoj Zizek lo había señalado:

“La experiencia que estamos viviendo es cada vez más en un universo construido artificialmente: la virtualización de nuestras vidas cotidianas”.

Estamos ante un nuevo umbral lingüístico que difícilmente nos podíamos haber imaginado unos meses antes, unos días antes, quizá de una hora a otra era imposible pensar que seríamos los primeros neohumanos. Lo venían anunciado varios pensadores avanzados. Jean Baudrillard el más intuitivo: la nombró la era post social.

Gray, Harari, Han, Bifo y otros,  ponen los cimientos de la filosofía de la era neurototalitaria, también llamada tardo capitalismo, semiocapitalismo o recientemente capitalismo de la vigilancia (Shoshana Zuboff). Se nominaliza urgentemente. Se produce el relato de esta fase humana de manera rápida, fastword, palabra rápida.

Nueva Normalidad es un vocablo inventado por la oms, seguramente. Por su parte cada uno de los escritores avanzados está describiendo la época con nombres variados, como la sociedad de la transparencia o el enjambre, como lo hace el creativo Han, o la era del homo deus, como Harari lo propone, o el homo miserabilis, como lo señaló Iván Illich, yacente ya el homo economicus.

En esta nueva creación lingüística tenemos el discurso de los medios masivos de comunicación y la Red, por una parte; y la escritura de los pensadores avanzados, por la otra.

Es oportuno escuchar la voz de un pensador avanzado del pasado, que escribió: “Sólo podreís pensar lo que podaís captar en palabras. Todos los problemas filosóficos son, de hecho, problemas relativos al lenguaje. Los conceptos no son más que palabras adoptadas para nombrar o, dicho de otro modo, para describir colecciones de individuos.”

Los conceptos tienen que ser cosa idéntica a las palabras y el discurso y, en consecuencia, cosa idéntica al pensamiento.

La filosofía es teoría del conocimiento. La teoría del conocimiento es crítica de lenguaje. La crítica del lenguaje es, empero, la tarea encaminada a liberar el pensamiento, a expresar que los hombres nunca podrán ir más allá de una descripción metafórica de las palabras, ya utilicen el lenguaje cotidiano, ya el lenguaje filosófico.

Se trata del pensador vienés Fritz Mauthner que escribió en los años inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial, en Austria. La Nueva Normalidad es una invención que un ciudadano cualquiera se da cuenta de su contradicción, un locutor de radio, por ejemplo, que lo tiene que pronunciar por primera vez ante un auditorio masivo, educado, sensible, como es el público de la hermosa estación de radio española.

Mauther fue escéptico respecto a nuestra capacidad de conocer el mundo. Los nombres son en el mejor de los casos metáforas, dijo, de lo que perciben los sentidos. No negó la base perceptual de las imágenes radicalmente diferentes que aparecen en las mentes de los diferentes individuos cuando escuchan la misma palabra.

Sin embargo el lenguaje no es propiedad del individuo solitario, ya que solo existe entre hombres. El lenguaje no es empero común a dos hombres, ya que es claro que dos hombres nunca conciben la misma cosa con las palabras.

¿Cómo impacta en la fragmentación de las conciencias este nuevo precepto (Nueva Normalidad) que ya difunden los gobiernos en los medios y la Red? ¿Qué percibimos cada quien cuando nos lo dicen o lo leemos? Ya es un martillo en el yunque de nuestros sentidos: Dos Palabras que… ¿serán el emblema de este enigma ante nosotros que es la neohumanidad?

Quienes lo idearon a ojos vistas lo hicieron en una elegante sala de altos edificios acristalados. Hombres con traje. Con corbata. Mujeres con cortes (de cabello y ropa) exclusivos. Se puede oler el aroma de sus lociones y sus perfumes por todos los resquicios de las dos palabras que dieron a bien juntar. ¿Cuántas empresas de publicidad participarían en tan magna tarea? ¿Cuánto facturaría la empresa acreedora que inventó tan genial conjunción?

Será difícil que el telón de estas dos palabras combinadas cubra el escenario. Se verá todo el elenco a través de un resquicio de la cortina: la verdad desnuda (podría ser una mujer, ya que así es la verdad según Guiacomo Casanova).

Pero no, no es una mujer. La verdad es la Nueva Guerra. Las nuevas tecnologías de la comunicación se están utilizando como armas. (Gray).

Y esta campaña nominalista es precisamente la falsa conciencia que el Poder se ufana en expandir en este momento de inflexión histórica. Es una venta que pretende ser muy exitosa. Consiste en la asunción de una conducta, de un sentido orientado hacia una intimidad rota, donde se combina el terror y el entretenimiento. En soledad familiar, comunitaria y ciudadana.

Quiten de sus mentes por un momento la percepción que compartimos en nuestra fragmentación (o sea quiten las razones y la lógica de los discursos y los avisos que bombardean 24 horas del día a los neohumanos) y sitúense en otro momento histórico.

Sé que es pesaroso aceptarlo, pero sitúense en los albores de la Primera Guerra Mundial, en Viena, por ejemplo. Por allí vagaban unos pensadores avanzados que emprendieron una crítica comprehensiva del lenguaje, entre los que estaban Karl Kraus, Fritz Mauthener, Ernest Mach, Theodor Haecker y Ludwing Wittegenstein; pronto serían partícipes y víctimas de la conflagración que se avecinaba.

Nuestro memento histórico espiritualmente tiene relación con el Miedo que se vive en la antesala de las batallas que gobierna Erra, el Dios babilónico del caos y la peste.

Pero ahora a diferencia de esa terrible época (1914-1918) cuando la tecnología militar cometía una burda carnicería de aquellos hermanos humanos, ya no es necesario cavar trincheras, tirar kilómetros con alambre de espino, extender líneas telegráficas subterráneas. Formarse en filas.

El campo de batalla hoy es la Información, no la tecnología militar.

Somos la primera sociedad post-militar. Se cierra una época de conflictos bélicos y empieza un nuevo ciclo de la estrategia. Pasaron 4 mil años de guerras para llegar a la “guerra sin guerra”, como la nombró el general americano Colin Powell. Pasamos la humanidad reciente del Miedo a la Guerra Nuclear a la comodidad de la “guerra sin bajas” (Powell), todos en conexión bélica virtual. Siendo la Guerra Nuclear una Guerra Imposible el temido invierno nuclear ha llegado en versión light.

Cuando nos enseñaron nuestros maestros de materialismo dialéctico que la ideología es la imagen invertida de lo real nos hicieron comprender que el discurso oficial, la oración religiosa, la arenga pública e íntima, familiar, estaban hechos para enajenarnos, o sea, hacer ajeno nuestro pensamiento de las palabras, o las palabras e imágenes tapaderas de la conciencia.

Es precisamente lo que confecciona este concepto, la Nueva Normalidad, una ocultación y un fantasma. Aceptarla implica que estamos bien, casi bien, estamos en otra normalidad, en un nuevo orden, que por ser normal es armónico, coincidente con nuestras aspiraciones de orden, convivencia, incluso fiesta (virtual por supuesto). Todo igual, bueno, casi, que  la normalidad anterior. Se trata de una nueva vida, y si es nueva es potencial, es alegre, energética, una oportunidad, estamos bien, siga sintonizándonos.

La normalidad anterior trastornó la atmósfera del planeta. Si bien es cierto que el Antropoceno data de hace 70 mil años, en los últimos 200 se concentró la energía del sapiens en la cascada de revoluciones tecnológicas, donde el valor se concentró en el conocimiento (Harari).

No es para tanto, nos dicen los creadores de la Nueva Normalidad. No es para tanto. Nos acomodaremos. Pero es preciso que nos demos cuenta que debemos defendernos.

El antiguo Dios del Miedo al que honraban antes de la batalla las tropas de Carlomagno, era un ritual para conjurarlo. La energía de los guerreros no podría desplegarse si de su fisiología no se desalojaran los humores del terror a la desaparición inminente. Y La única manera de hacerlo era atacar. Atacar es regular el uso de los medios y la Red. Crear una plataforma tecnopoética, como propone Bifo, de preposiciones, proposiciones y posiciones, conceptos y categorías que vayan creando una referencialidad comunitaria entre el cognotariado para imaginar acciones concretas en camino de la expropiación de los medios de producción del relato. Un periodismo ciudadano, por allí alguien ha escrito.

Crear y conjuntar nociones que logren crear una nueva Gestalt, una percepción despierta y multifactorial.

El confinamiento es una esfera experimental que ejecuta la Ciencia, la nueva religión con la que hemos pactado los neohumanos. La religión es un pacto, la espiritualidad un viaje. (Gray).

Aceptar el confinamiento y las Normas Nuevas sólo es posible si se automatizan los sentidos.

La uniformidad de la fragmentada percepción que crean los medios y la Red es el perfil de la Nueva Normalidad, su razón de ser.

Escuchemos otra vez a Mauther:

La necesidad de encontrar paz lleva a la mente humana a ver el espejismo de un lugar donde recuperarse en el desierto de su lucha por saber; los académicos creen en sus raíces lingüísticas. En todas las ocasiones, en cualquier lugar, la ciencia de una época en particular es expresión del deseo de descansar del pobre espíritu humano. Sólo la crítica -donde sea que se encuentre con vida en cabezas aún más pobres– es capaz de no descansar, pues no puede descansar. Debe despertar violentamente a la ciencia, hacerla desprenderse de la ilusión del oasis y conducirla más allá por los senderos calurosos, mortíferos y probablemente carentes de fin.

La Nueva Normalidad está inspirada por personas que dan por sentado que los neohumanos estarán conformes con haber pasado de la normalidad (a secas) -que causó las primeras manifestaciones de una catástrofe relacionada íntimamente con el Antropoceno-, a la nueva normalidad que ya no es social.

Es post social. La Nueva Normalidad es un nuevo panóptico. 

En la Guerra Hispano Azteca, como está bien documentado, los soldados castellanos marcaban en la frente con una G a los esclavos. La inicial de Guerra. ¿Nos negaremos a ser marcados en la frente con el hierro digital de estas dos palabras… que son otra G, coincidentemente?: Global.

Lorenzo Léon Diez

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